El derecho a la ciudad y la vivienda : Propuestas y desafíos de la realidad actual: XIII Encuentro ULACAV; V Jornada internacional de vivienda social

En lo relativo a la calidad de la vivienda, como lo demuestran los estudios, la orientación de la intervención técnica prescindió de las entrevistadas en el proceso de planificación y diseño, permitiendo el máximo de consenso con el mínimo de coerción posible. No obstante, el 76% de las mismas fueron participes de las reuniones explicativas acerca de las particularidades que el proyecto comportaría, confirmando en su mayoría (81%) que "sabían poco o casi nada" acerca de lo informado, limitándose así sus potencialidades de pensamiento y acción. Al respecto, son ilustrativas las palabras de Marta: "...Hablaban para hombres y entre ellos"... Yo también entiendo sobre construcción..." (Marta, 43 años, 2 hijos, cuentapropista) Las respuestas a la pregunta sobre la participación en espacios de opinión, ilustran lo anterior: el 51% de las mujeres opinaron acerca de la ubicación del núcleo húmedo, cuyas propuestas y demandas fueron consideradas solo en el 25% de los casos (15 mujeres).Si observamos la situación desde la perspectiva de las entrevistadas el 62% de las mujeres evaluaron ser poco priorizadas en cuanto a las necesidades planteadas. En efecto, Mónica cuestiona: ¿Porqué me modificaron el diseño del baño que yo había charlado con el arquitecto?. A mi este no me conviene". (Mónica 32 años, 4 hijos, beneficiaria de Programa Social) Otras opiniones van en un sentido más realista, aunque sin profundizar en las causas: ¿Porqué yo no puedo opinar acerca de la calidad de /os materiales con /os que van a construir mi casa? ¿Con quien hay que hablar? (Matilde, 54 años, 1 hijo, cuentapropista) Por otra parte, en lo referente a la toma de decisiones, el 85% de las entrevistadas considera que no tiene ninguna capacidad de influir en relación a la calidad de la vivienda, condicionando sus opciones de vida y determinando su condición social. En este sentido, el proyecto no contempla la dimensión de género, ni integra la satisfacción de necesidades específicas ni cuestiona la división sexista del trabajo y las discriminaciones concomitantes. De esta forma, se busca "mejorar la condición de la mujer sin alterar su posición" 1 . Consecuentemente la mujer es vista como un vehlculo, una puerta de entrada hacia otras poblaciones; en el mismo sentido el programa implica para las mujeres una tarea o una carga más sin cuestionar las demandas múltiples que las afectan. "¿ Cómo puede ser que tengamos que dormir todos en una sola pieza? ¡Si somos 8! ¿A quien se /e ocurre?... (Alicia, 34 años, 6 hijos, ama de casa) "La cocina más grande hubiera sido mejor, la familia se reúne siempre acá; un poquito mas grande hubiera sido mejor" (Alejandra, 33 años, 2 hijos, beneficiaria Programa social) Entre las mujeres consultadas se observan reiteradas manifestaciones de insatisfacción acerca de sus expectativas habitacionales. El 100% de las consultadas declaró necesitar algún otro espacio en su próxima vivienda, considerando las dimensiones de su vivienda actual "como mejores". Atravesada por contenidos y relaciones de género asimétricas la orientación de la intervención profesional prescindió de las entrevistadas en el proceso de planificación y diseño. En lo relativo al control sobre la vivienda, es decir, situación de tenencia y documentación existente, se observa como las mujeres no son pensadas y valoradas como actoras clave de la ciudad que ejercen su derecho a la vivienda. A titulo ilustrativo citaremos a Marcela: ¿Qué puedo hacer? ¿ Si o si necesito la firma de mi marido para escriturar? ¡Si el ya no vive mas acá! (Marce/a, 42 años, 3 hijos, cuentapropista) Gines Maria Emilia. Relaciones de género y exclusión en la argentina de los 90 ¿El orden del desorden y el desorden del orden? Ed. Espacio. Bs. As. 1996

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