El derecho a la ciudad y la vivienda : Propuestas y desafíos de la realidad actual: XIII Encuentro ULACAV; V Jornada internacional de vivienda social

Características demográficas Del total de la población del Bº Nueva Esperanza de 802 personas que conforman 211 hogares, las mujeres representan el 49,37 % que responde a 396 mujeres. El interés del presente trabajo se centró en las 197 mujeres identificadas como figura materna. El estado civil más frecuente en la población es el de casadas en un 49% seguido por el de solteras en un 15%, un 28% de divorciadas o separadas de hecho y tan solo un 7% viudas. Las edades del grupo de estudios varían entre un 40% en el tramo de 30 a 39 años, un 27% de 40 a 49 años, un 14% de 20 a 29 años y de 50 a 59 años, un 5% de 60 a más años. La mayor parte de las mujeres entrevistadas tienen estudios secundarios o medios (18 % completos y 32 % incompletos) o primarios (22% completos y 16% incompletos). Solo 2% de las mujeres se declaran analfabetas. En cuanto a los estudios terciarios o universitarios, resulta que 2% de las mujeres los ha completado y un 7% los dejó sin terminar. Estructura familiar y dinámica de la vida cotidiana Una característica de la organización doméstica presente es el incremento significativo de los hogares con jefatura femenina. Las familias monomarentales representan el 47% del total de la población frente al 53% de jefes de hogar varones. En general, son el resultado de separaciones y divorcios, tras los cuales suele ser la mujer la que se hace cargo de los hijos menores. Una primera aproximación a la estructura de los hogares parece confirmar que entre las familias más numerosas en las que hay presencia de niños pequeños, la colaboración masculina sigue siendo muy reducida. La vigilancia cotidiana de los niños -como las demás tareas- está a cargo de la mujer en primer lugar y luego recae en otros familiares como abuelas, tías o hermanas mayores. Son ellas además quienes más se ocupan de las gestiones educativas o de salud de su unidad doméstica. Trabajo familiar. El aporte no visible. En cuanto al trabajo familiar la relación cotidiana entre los miembros de la familia y su hogar es variable. Si bien el hogar es el punto de referencia para sus miembros, varía el tipo de actividades compartidas, su frecuencia y los grados de su autonomía personal en las tareas de auto mantenimiento. La división sexual del trabajo es clara en este punto: las mujeres (madres-amas de casa) tienen a su cargo la responsabilidad y las prácticas domésticas, tanto para ellas como para los demás. Otros miembros del hogar pueden ser más autónomos y tener menos responsabilidades, según su lugar en la dinámica del hogar, dependiendo de su edad, género y grado de poder económico. Trabajo productivo. Actrices del ajuste. En lo referente a la situación laboral de la población, la muestra seleccionada nos permite observar una faceta complementaria de las responsabilidades económicas de las amas de casa; a saber: su condición ocupacional, indicando que el 75% manifiesta realizar tareas remuneradas. Al indagar el tipo de actividades de quienes tienen una ocupación remunerada encontramos que un 38% trabaja en relación de dependencia (operarias de fábricas, empleadas públicas y en servicio doméstico) un 17% de cuentapropistas (vendedoras ambulantes y micro emprendedoras), y un 20% son beneficiarias de Programas de sociales con contraprestación. Se constata una concentración de las actividades en el mercado de trabajo secundario, con salarios bajos y exigencias laborales duras. Hasta ahora, lo más común es que el cambio en la participación económica de las mujeres no implique una reestructuración del hogar: no hay redistribución de tareas y responsabilidades para los miembros varones; las mujeres amas de casa-madres ven sobrecargadas sus labores y se impone la ayuda de otras mujeres del núcleo familiar (abuelas, hijas adolescentes o aun niñas) Participación en organizaciones de la sociedad civil. La jornada comunitaria. Para sobrevivir a las políticas neoliberales las mujeres están llevando a cabo una tercera jornada, debido a "la retracción total del Estado como proveedor de los servicios que hacen al consumo colectivo y los sucesivos cortes presupuestarios con su relativa incidencia en la calidad de los servicios esenciales, tales como la salud, el agua, la luz, etc., las mujeres de los asentamientos deben aumentar su responsabilidad para la obtención de aquello que ahora les es negado". Una tercera jornada, impaga también, en la que se suman horarios, disposición física y mental, conflictos y enfrentamientos. Un 54%

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