La industria azucarera en Chile: y establecimiento de una nueva fábrica nacional de azúcar de betarraga en Santa Fé
84 LA INDUBT&li AZOOARBIU. Btl' OBILB la pu1pB; la carbonatacion, loa cocimientos, los filtros, todo en una palabra funcion6 i funciona aun sin inconvenientes i _oon el mayor órden i preoision. Pero es necesario decir que este gran resultado no se ha ob– tenido por sí solo. Gracias a la. gran competencia. i enerjfa de los señores Edua.rdo Ovalle i Cesáreo Va1dés que conocían ya. prác– tioan1ente el manejo de todas 1118 operaciones de la fábrica, se han salvado las dificultades. Ellos, haciendo valientemente fren· te a la. gravfsima situacion de ésta, entraron por sf mismos i por sus propias manos a enseñarles a todos i 1L ca.da uno de los obre– ros el traba.jo que debían hacer. Tarea. larga i difícil que merece mui justos aplausos. Sus esfuerzos no quedaron sin fruto o sin premio porque la fábrica marcha ahora notablemente bien i lo que es mas grande i bonito. ¡Todos los empleados i trabf\jadores sin escepcion, son chi lew,s/ Con todo, es menester observar que la fábrica de azúcar del Parral, se encontró en una poligrosísima. situa.cion que pudo comprometerla enteramente i acarrearle un fracaso, nada maa que a ca.usa de la incompetencia o mas bien mala f e de dos em– pleados estranjeros. Decimos mala fo, porque es imposible con– venir que estos empleados fueran realmente inoompetontoa o ignomntes, habiendo sido recomendados eapeoia.!mente por una de las principales Oasus de co»Bt1'Uccion francesas. I si los empleados a que nos referimos han obrado delibera– damente de mala fe i con e] propósito de perjudicar a la fábrica. en que trabajaban, ¿no se puede pensar con justa ra.zon que pro– bablemente obraban asf por influencias superiores i europeas, a fin de impedir surjir la indC1stria azucarera en Chile? Por nuestra parte estamos convencidos de que asf es, por esto nos atrevemos a decir a todos los que deseen establecer industrias en el país, que para llevarlas a cabo no solo es menester calcu– lar bien los gastos i las entradas de ellas, sino tambien prinoi– pa1mente, ver la clase i cantidad de empleados que pueden ne– cesitar, i tratar de suprimir, tanto como soa posible, los emplea– dos estraajeros poniendo en su lugar obreros chilenos. No faltan en el pais, injenieros i agricultores competentes, asf como mecánicos i artesanos intelijentes, que con uno, dos o
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