Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
98 JACQUES MARITA/N el primer momento por nuestro contacto carnal con el mundo. Hay que Hegar al ser, hay que al- canzarlo, o deducirlo, o engendrarlo, a partir de un principio ideal planteado o descubierto en el ~eno del pent1amiento. He aquí la imposible ta- rea a la cual, de Descartes a Hegel, está conde- nada la metafísica de los modernos . Descartes retuvo de la enseñanza de la Escuela que la mi- rada de nuestra inteligencia humana nó alcan- za directamente sino esencias, y no puede por sí sola franquear el vasto azur que separa lo po- sible de lo real existente. Sin embargo, para él. el pensamiento puro debe bastarse, la inteligen- cia al filosafa.r no puede, aun en el orden de la retolutio materialis, tener esencialmente necesi- dad de recurrir a los sentidos, que, por sí, no nos dan sino modificacione~ de nuestra conciencia, apariencias, lo incierto. tEntonces eo preciso re- nunciar para siempre a alcanzar el ser? No, hay casos privilegiados, en que la inteligencia pura basta para aicanznrlo: e s el caso del cogito, en que el pcmamiento transparente a 8Í mismo co- noce su propia existencia, no por una compro- baci6n empírica, sino por un dominio inmedia- to de 6U fondo substancial en acto de intelección ; ::;' e;, el caf!o de la prueba de Dios por su idea, en que el pensamiento no tiene sino que fijarse .::n la huella en ella ele lo Perfecto, para leer a des- cubierto la existencia real de éste. Doble reve- lación intelectual de la inteligencia, en la cual só- lo la raz6n humana alcanza su plena medida de
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