Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

TRES REFORMADORES fJ9 En un orden aun más trascendental, ante un misterio aun más profundo, el de la acción del Espíritu creador sobre los espíritus creados -Lutero aisla irremediablemente el "nosotros mismos" del "otro", nuestro barco espiritual del océano que lo cerca. Hacé de nuestra justi- cia una coraza exterior bajo la cual continua- mos produciendo nuestras obras malas, malas porque "las obras de los hombres, aun cuando fueran siempre hermosas en apariencia, y pa- recieran buenas probablemente, son pecados mortales", mientras que las obras de Dios, aun cuando fueran siempre feas. y parecieran ma- las, son de un mérito eterno ("Sin considerar solamente -dice Bossuet- que las buenas obras de los hombres son al mismo tiempo obras de Dios, puesto que El las produce en nosotros, por su gracia"). Esta frase dice todo. Porque el Dios inmenso que está en lo más íntimo de todas las cosas, porque El las crea, y que tiene dominio sobre el ser mismo, operando en cada criatura como conviene a la naturaleza que le ha dado, causa en los espíritus la acción de los espíritus, según el modo propio de los espíritus, con toda la espontaneidad, la interioridad y la libertad que conviene a su naturaleza. Por más que el absurdo excentricismo luterano pretende dar todo a la gracia: considerando imposible que una obra del hombre sea también una obra de Dios, plantea en realidad el principio de un desenfrenado naturalismo, que, en poco más de

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