Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
60 JACQUES MARITAIN tico y el mandato de la inteligencia no pueden ser buenos de manera estable, sino cuando el apetito es profundamente rectificado por laa virtudes morales. 17.-En definitiva, Santo Tomás nos mues- tra en tbdo espíritu dos actividades complemen- tarias esencialmente diferentes, tan exigentes y devoradoras la una como la otra: una activi- dad enteramente dirigida hacia el ser del obje- to, hacia lo otro en cuanto otro, y que de ella misma no se interesa sino en él, no vi'\'e sino para él -la inteligencia-; y una actividad en- teramente ocupada del bien del sujeto o de las cosas con las cuales el sujeto no "ª sino uno, y q1,1e por sí misma no se interesa sino en este bien, no vive sino para él -la voluntad-. Ca- da una en su orden tiene la preponderancia, una de manera absoluta para conocer, la otra, bajo cierto aspecto, para obrar. 1 Pobre de la huma- n idad si una acapara toda la savia a expensas de la otra I Una humanidad pura y exclusiva- mente voluntaria desprecia la verdad y la be- lleza, y se convierte en esa especie de monstruo moralista y fetichista del cual un Rousseau, un Tolstoi , un William James, nos dan una idea. Una humanidad pura y exclusivamente intelec- tual desprecia sus intereses eternos; y (qué le importa su propio ser} Se embriaga con el es- pectáculo, se convierte en una especie d~ motts· truo metaffoico o esteta . Y sin duda mientra8
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