Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

52 JACQUES MARITAJN primacía que la teología católica reconoce a la contemplación, siente horror por la vida con- templativa, y, en su doctrina, siendo imposible la unión con Dios por la caridad, la religión tien- de ya en el hecho a reducirse al servicio del prójimo. En resumen, las acciones y las obras no valen nada para la salvación, son malas y corrompidas, bajo este punto de vista. Pero son buenas, diabólicamente buenas, es preciso de- · cirlo, para la vida presente. < Y no pudiendo ya ser ordenadas hacia Dios, hacia qué podrían ser ordenadas en lo sucesivo, sino a la realización de la voluntad humana} Rousseau es un soña· dor, Lutero es un activo. No dice, como Juan Jacobo : "No puedo resistir a mis inclinaciones, pero no soy malo, soy bueno ante ti, mi Dios; soy esencialmente bueno". Dice: "El pecado de Adán me corrompió en mi esencia, soy in- mundo, peco mucho, pero tengo confianza en ti , mi Dios; y tal cual, tú me tomas y me aal- vas, cubriéndome con el manto de tu Hijo". Escuchémosle a él mismo : tHemos pecado} "Jesucristo se inclina, di- ce Lutero, y deja al pecador saltar sobre la es- palda, y le salva así de la muerte y del carcele- ro (a), he aquí para lo que sirve Cristo". "¡ Qué consuelo para las almas piadosas, revestirlo y envolverlo con mis pecados, con los tuyos, con los de todo el universo, y considerarlo aaí por• ( • ) ilrl, U , 51 (lllT),

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