Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
44 JACQUES MARJTAIN da, estaba dotado de una poderosa religioeidad natural ; oraba durante largo tiempo, ¡uatoao en alta voz, con una gran afluencia de palabraa que provocaban la admiración de la gente; se enter- necía ante las c'osechas, ante la bóveda del cielo, ante un pajarillo que contemplaba en su jardín. Llora ante una violeta que encontró en la nie- ve y que no pudo hacer revivir. Dominado por una melancolía profunda, que es, sin duda, lo que hay de más grande y de más humano en él --esa melancolía de Saúl que es tan terrible contemplar, porque, si no se supiera que la suer- te eterna de Saúl como la de Lutero está reaer- vada al inescrutable juicio de Dios, nos ver,Ía- mos tentados a ver en e llo la melancolía de aquellos a quienes más les hubiera valido no ha- ber nacid~, este hombre que desencadenó la Revolución en el mundo se tranquiliz~ba con la música, se consolaba tocando la flauta . Los demonios, decía, huían lejos de su flauta . Todo esto se desprende del mismo princi- pio : predominio absoluto del Sentimiento y del Apetito . Si la presión del instinto y de los po- deres del sentimiento queda dominada por el es- píritu, da entonces al ser humano riquezas ma- teriales y afectivas incomparables, utilizadas ellas mismas para la vida del espíritu. Bajo este punto de vista, se encuentra ya un cierto roman- ticismo, si se quiere, en un Suso -pero en una concepción de la vida que sigue siendo profun- damente raciona l, ordenada, católica. En Lute-
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