Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

TRES REFORMADORES 43 cho de él. Cuando se desencadena, nada puede detenerlo . Se conoce el magnífico ardor de sus desafíos . "Aunque hubiera tantos diablos en Worma como tejas en los techos, iría". -"He visto y desafiado a innumerables demonios. El duque Georges no es igual a un demonio. Si tu- viera que hacer en Leipzig, entraría a caballo en Leipzig aunque lloviesen duques Georges durante nueve días". Con su poder imaginativo y verbal extraor- dinario debía ser un charlador. fascinante, un orador truculento, a menudo grosero e innoble sin duda, pero irresist-ible. Bossuet lo hacía no- tar con mucha justicia, ••tuvo fuerza en el genio, vehemencia en sus discursos, ·una elocuencia vi- va e impetuosa, que arrastraba a los pueblos y loa maravillaba; una audacia extraordinaria cuando se vi6 apoyado y aplaudido, con un aire de autoridad que hacía temblar ante él a sus dis- cípulos: "de tal modo que no se atrevían a con- tradecirlo en las grandes cosas ni en las peque- ñas (a)". Al mismo tiempo estaba provisto en un grado excepcional de esa sensibilidad rica- mente orquestada en que vibra la profunda sin- fonía de las fuerzas inconscientes, y que consti- tuye el encanto poético y cordial del Gemüth . Se conocen de él una multitud de rasgos de fa- miliaridad, de bondad, de dulzura. Como Juan Jacobo, y mucho más que Juan Jacobo, sin du- ( a ) Rl9t. dH Vu, 1, l .

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