Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

218 JACQUES MARITAIN santa Naturaleza, encontrada por las almas pu- ras en el fondo de ellas mismas, y que es bue- na sin la virtud, produce, sin embargo, por flo- rac;ión espontánea, obras virtuosas, y maldice sinceramente las "odiosas máximas" sensualis- tas de un Diderot . ¿ Estos reformadores predi- can el mal~ ¡ Vamos I Sus intenciones son bue- nas, omiten solamente la realidad divina y hu- mana . Encontrar las condiciones de la libertad, es para el hombre en el orden práctico, la cuestión fundamental; Juan Jacobo lo vió claramente; pero respondió al revés . El hombre no nace li- bre (a) , llega a serlo ; y no conquista su libertad sino a condición de servir. (a) EstA claro que no haiblamos aqul del libre albedrto, propiedad esencial del ser humano. Hablamos de la libertad en el sentido de a11Bencla de aujeolón. Siendo la libertad, seg11n la palabra de Santo Tomb, esencialmente h, facultad de elegir entre toe medl09 que con. ducen al f in, y estando el fin tlltlmo de t~o ser c reado, que lo des ee o lo rechace, preestablecido por el que ha hkho este ser, la libertad humana postula ella mis ma una ley u orde. nación de la razón ; asignando lo que hay que hacer y no hacer, ella ml!!ltna ex ige ser protegido por la ley. Este oficio de prot ección y de educación de la libertad, este oficio de pedaoooo, como dice San Pablo, que ee el oficio mA.e pro. fundo de ta ley, es, generalmente, deeconocldo en e l mundo moderno, no menos que el término al cual tiende eata peda. gogfa, y que es la plenitud de la libertad misma, la llberact6n d" todl\ servidumbre, aun de la servidumbre de la ley. SI se r echaza esta eneel\anza de San Pablo, no queda sino la eleccl6n entre el deel)Otlemo de una ley de temor, como 1 1 1·1131 ill•IJij¡¡¡¡j-tjj,fjfl 1 li-ilili

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