Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
TRES REFORMADORES 217 del individuo al bien común de la familia y de la ciudad, son ante todo, y más profundamente, las obligaciones de la nat~raleza específica, Y. la subordinación del individuo al bien de la espe- cie. El mundo singular de cada uno de nosotroe, su individualidad sensible, no es una persona di- vina I De este modo, J uaq Jacobo lleva a su punto de exasperación extrema el viejo conflic- to luterano del Evangelio y de Decálogo, con- vertido en el conflicto de la Moralidad inmanen- te y de la ley exterior. Todo el esfuerzo de Kant ha consistido en buscar una solución a este con- flicto, permaneciendo en la línea de Lutero y de Rousseau. La voluntad autónoma y legisladora, el hombre-noumeno autor de la ley a la cual el hombre-empírico obedece, de ese laborioso sis- tema efímero, no ha sido sino una reivindica- ción más cruel de ilusoria libertad, y una homi- cida adoración del hombre. Lutero y Rousseau, como teóricos, no pre· dican la libertad de la carne, es el espíritu lo que les interesa ( ( y habrían obrado sin eso 1) . La lógica no los molesta ni al uno ni al otro. Lu- tero entiende que la fe-confianza, al mismo tiem- po que justifica sin las obras una naturaleza que permanece dañada en su fondo, se corona, sin embargo, con una superstructura de buenas obras . Y gime al ver derrumbarse este corona- miento gracioso, por la malicia del diablo, a me- dida que el verdadero Evangelio se esparce en el pueblo . Rousseau entiende igualmente que la
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=