Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
212 JACQUES MARITAIN el mundo. Las almas amantes y dulces no creen en él : y una de las sorpresas de las que no vuel- vo, es ver al buen Fenelón hablar en su Telé- maco como si creyera buenamente en el infier- no; pero espero que en esa ocasión mentía; por- que al fin de cuentas, por muy verídico que se sea, hay que mentir algunas veces cuando se es obispo. Mamá no mentía conmigo; y esta alma sin hiel, no podía imaginar un Dios vengativo y encolerizado y sólo veía clemencia y miseri- cordia allí donde los devotos no ven sino justi- cia y castigo". Rousseau hace notar al respecto que la doctrina del pecado original y de la re- dención se destruye por este sist~ma, que la "base del cristianismo vulgar" como. dice, se conmueve con esto, y que el catolicismo no pue- de subsistir. ' "Sin embargo, mamá' -agrega-, mamá era una buena católica, o pretendía ser- lo, y está seguro de q_ue ella lo pretendía de muy buena fe . Le parecía que se explicaba demasia- do literalmente y demasiado duramente la Es- critura . Todo lo que se lee en ella de los tor- mentos eternos le parecía conminatorio o figu- rado . En una palabra, fiel a la religión que ha- bía abrazado, admitía sinceramente toda profe- sión de fe; pero cuando llegaba a la discusión de cada artículo, se encontraba que ella tenía creen• cias muy distintas de 1'5 de la Iglesia, sometién- dose siempre a ella..." (a) . ( a) Con r. I , VI .
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