Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

TRES REFORMADORES ª' que pervertiría el Evangelio. Ac:cipe poteata- tem aacrificandi pro viYia et-mortuia. 1 Ah 1, com- prendemos dema1iado bien por qué, el día de su ordenación, cleeeaba, a estas palabras del obis- po, que la tierra se lo tragase (a), por qué 11e sintió 1obreco¡ido de tal honor al comienzo del canon de la misa que habría huído si el maestro de los novicios no lo hubiera retenido (b) . Su corazón sangraba, decía, cuando leía a loa teó-- 101101 en el canon de la misa.. . (e). Por la cabeZé\ se pudre el pescado; M. Mau- rras tiene razón en amar este proverbio. Si se puede decir con M. Seillicre, a propósito de Juan Jacobo Rousaeau, que el mundo moderno deri~ va de un herejía míatita, 1 cuánto más verdade- ro es esto respecto de Lutero que de Juan Ja- cobo I Por el espíritu comienza todo; y ea en el fondo del ab:na de algunos hombres, en la vida de este vous que, como dice Aristóteles, no "~ nada en cuanto al volumen y a la masa, en don- de todos los grandes acontecimientos de la his- toria moderna se han formado. La celda donde Lutero discutió con el diablo, la estufa donde Descartes tuvo su famoso sueño, el lugar del (a) Kuhn, Lldfro, 11' 1/Ua, hl ollro, ( Pa'l'fs UU) I , •-- ( b) Welm, Tlachreden, II, '11, 4.9. (e) Wolm, Tl11ehreden. 111, 564, 5. 6 (11. i,rop6alt o de La. 1,rlll lllel) .

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