Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
TRES REPORMAl>ORES 209 A1piro, dice, el momento en que, liberado de lu traba.a del cuerpo, 1eré yo mi.amo un contradic- cionea, ain divi11ión, y no nece,itaré 1ino de Mi para 1er feliz (e)". Sin duda, estamos aquí en el centro de la locura de Juan Jacobo . Pero estamos también en el centro del Paraíso de la Inmanencia. 18.-Pues bien, con todo esto y al mismo tiempo negando el pecado original y la reden- ción, Rousl!eaU cree en el Evangelio y se procla- ma cristiano . Aun más, dirige las conciencias, da vigor a la sal de la tierra, tranquiliza en sus dudas a los abates inquietos, a los seminaristas intranquilos que se dirigen a él. "tCómo), e•- cribe a uno de ellos, ~ renunciaríais al noble ofi- cio de oficial de moral) . . . Y esto por alguno• enigmas de los cuales ni usted ni yo entende- mos nada. No tenéis sino que tomarlos y darlos por lo que ellos valen, llevando ein ruido al cria-- tianismo a su verdadero objeto" (f) . Ea lo que se dedica a hacer el vicario saboyano, el cual. habiendo rechazado la fe, permanece conscien• temente en la Iglesia, y sigue ejerciendo su mi- nisterio como antes, ¡qué digo!, mejor que an- tes: "En otro tiempo decía la misa con la ligere- za que se pone a la larga en las cosas más gra- ves cuando se las hace demasiado a menudo: (e ) Bmlle, t, tV ( PTor. de fe) . (f) J.ettre ll l'abbé lle Carondelet , 6 de eoe ro, 178'.
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