Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
206 JACQUES MARITAIN cen sino otras tantas cadenas de iniquidad, de falsedad y tiranía" (b). En cuanto a la conducta moral, la concien- cia de cada uno hasta absolutamente, y no tie- ne necesidad de ningt'm auxilio ni de ninguna enseñanza, divina ni humana, que lo ilumine y lo rectifique. Exclusión de toda heteronomía. La conciencia no es solamente la regla próxima de nuestras determinaciones libres, contra la cual no nos está permitido obrar, es también in- falible, revelación inmediata de los oráculos di- vinos, emanada del fondo substancial de nues- tro corazón. "Prefiero atenerme a este juez in- terior e incorruptible que no deja pasar nada ma- lo y no condena nada bueno, y que no engaña jamás cuando se le consulta de buena fe" (c). Se ha notado que este "instinto divino", este "juez infalible del bien y del mal, que hace al hombre semejante a Dios", había sido consul- tado muy piadiosamente por Juan Jacobo en el momento del abandono de sus hijos. ¡Ah!, no había dejado de "examinar" la cosa "según las leyes de la naturaleza, de la justicia y de la ra- zón, y según las de esta religión pura, santa, eterna como su autor, que los hombres han mancillado, etc." "Este arreglo, agrega el hom- (b) Lettre A. M. X . . . d e Bourgoln, 16 de enero, 1769. (e) Lettre 11. M. Perdrlau, septiembre 28, 1754 (Correap. general de J. J. Rouseeau ed. por Theophlle Dufour, t. II,. p!s. 134 >.
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