Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
TRES REFORMADORES 203 (c)". "Quiero vivir como un hombre de bien y un buen cristiano, decía a Mme. D'Epinay, por que quiero vivir en paz, y porque, por lo de- más, este sentimiento no molesta en nada la continuación de mi vida, y porque me hace con- cebir una esperanza que me es dulce, cuando ¡a no exista . . . Ilusión, tal vez; . pero si tuviera otra más consoladora, la adoptaría ( d) ". Eata teoría de las ilusiones consoladoras, que parece absurda a justo derecho, difícilmente se puede evitar con una psicología como la de Juan Ja- cobo. "Nunca penetró en el cielo de la verdad que desconcierta y espanta ... Lo que le intere- sa, no es tanto la objetividad de su fe como la certidu.mbre tranquilizadora que en ella encuen- tra (e)". Cuando uno está hecho así, y cuando pone seriamente su corazón en los sueños y qui- meras conque goza en imaginación, y cuando~ sus ojos "no hay nada hermoso fuera de lo que no existe", una ficción plenamente amable de• be tener más valor y adquirir, al fin, para él, casi tanta certidumbre práctica como las cosas que él sabe verdaderas. ( Queréis aquí una etiqueta} ( e ) Nouvelle Helolae, III parte, carta XVIll. Cf. VI Parte, I, vrn: "Quisiera --dice Julia hablando de M. de Wolmar- verlo una. ve• convencido aQn al precio de mi sangre ; 111 no es »ara eu felicidad en el otro mundo, ea para au fel1ol4ad en eai.~. (d) Jfemol,...8 oü Jlme. d'BJ>fflOI/, n , 394-891. Mueon, I, 181. ( e ) Masaon, II, 261, 266.
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