Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
20 JACQUES MARITAIH pecar por odio y desprecio al diablo, para no de-- jarle la ocasión de crearnos escrúpulos por na• da; ¡Ohl, ¡si pudiera encontrar al fin un buen pecado para burlar al diablo!". Conviene tam• bién inflamar en sí una violenta cólera, repre- sentarse al Papa "con sus úlceras y su miseria (c)' '; si no se puede orar en semejante estado, se puede por lo menos maldecir . Pero. lo que importa hacer notar aquí, no son los resultados, sino el principio: este prin, cipio está oculto en la vida espiritual de Lutero, y se podría decir que el inmenso desastre que la Reforma protestante fué para la humanidad no es sino el efecto de una prueba interior que to• m6 un mal giro en un religioso sin humildad. En las alturas del espíritu cayó primero, libró combate y fué vencido . Fué inacie mentia, en el extremo supremo donde el drama se conti.. nuó Lutero cuenta· que vió y desafió una can- tidad innumerable de demonios, que lo amena- zaban y argumentaban contra él. En sus or{ae- nes y en su principio, el drama de la Reforma fué un drama espiritQal, un combate de espí- ritu. Convenía que así fuese, y que el germen de la revolución anticristiana fuera introducida en el mundo por un hombre consagrado a la per- fección, consagrado a Dios, señalado por toda la eternidad con el carácter del sacerdocio, y
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