Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

TRES REFORMADORES 107 ma venerable verdad de que· en el origen el hom- bre era bueno, y que había deducido de esto, co- mo déspota rousseauniano antes de tiempo, que las letras y la civilización son causa de la corrupción del pueblo) -Pero Rousseau tenía tras de sí toda la sabiduría cristiana, y la caída fué tanto más violenta . Consideremos también el dogma rousseaufs- ta de la Igualdad. Evoca también un Evangelio naturalizado. Hay en el Evangelio una especie de igualitarismo divino, el único verdadero, ha- blo de esta divina libertad del Amor todopode- roso, ante el cual no vale ninguna grandeza y ninguna pequeñez humanas -porque toda cosa creada es igualmente nula ante Dios-, y que instaura entre nosotros una jerarquía superior, independiente de todas nuestras desigualdades. Las situaciones se invierten, los humildes son exaltados, los hombres toman sus puestos en las filas de los Angeles, filiie resurrectionis erunt aequales angelis in coelis, -pero todo esto por la gracia y en el orden sobrenatural, sin herir en nada el orden y las jeraTquías de la naturaleza. Transportemos ahora al orden natural el fantas- ma de este igualitarismo evangélico; en lugar del testimonio de la igual dependencia de todos con respecto de un mismo Amo, de un Dios tras- r.endental soberanamente libre, se tendrá una i{{ual reivindicación de indeoendencia formula- da por todos en nombre del Dios inmanente de la Naturaleza -y ese sublime desprecio de las

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