Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

JACQUES MARITAIN demasiado lunático y demasiado perezoso para haber querido asumir alguna vez las responsa- bilidades de tal papel, es esencialmente, en rea- lidad, un Reformador religioso. Por eso no podía adquirir todo su ímpetu sino pasando por la Iglesia, para substraer rr.e- jor las palabras de vida. Maneja el Evangelio, el cristianismo corrompiéndolos. Se d"ió cuenta de las grandes verdades cris- tianas olvidadas de su siglo, y su fuerza ha con- sistido en recorda rlas, pero las desnaturalizó. Esa es su marca y la de los verdaderos rousseau- nianos: depravadores de verdades consagradas. ¡ Ah I Se las arreglan para desligarse de sus vo- tos -"bienaventurados ladrones"-, según la gloriosa expresión de Lutero. Cuando reaccio- na contra la filosofía de las luces, cuando pr,:,- clama contra el ateísmo y el _cinismo de los fi- lósofos la existencia de Dios, del alma, d~ la Providencia, cuando invoca contra el nihil":srn '.> crítico de su vana razón el valor de la naturale- za y de sus inclinaciones primordiales, cuando hace la apología de la virtud, del candor, del or- den familiar y de la abnegación cívica, cuando afirma la dignidad esencial de la conciencia y de la persona humana (afirmación que debía tener sobre el espíritu de Kant una resonancia tan du- radera), son verdades cristianas que Rousseau levanta ante sus contemporáneos. Pero verda- des cristianas vacías de substancia, y de las cua- les sólo queda la superficie, y que caerán en mi-

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