Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

TRES REFORMADORES JO sorprendente. C6lera, calumnia, odio y mentira, amor por el vino y la cerveza, obsesión de la in- decencia y de la obscenidad, todo se desborda, y siempre en el "espíritu" y en la "verdad", en la vida. en la santidad evangélica, en el buen olor de la libertad cristiana. Predica ahora desde lo alto del púlpito: "Del mismo modo que no está en mi poder no ser hombre. no depende lampoco de m( vivir sin mujer (a). "Despertan- do en todas partes la sensualidad bajo pretexto de alivianar fardos intolerables, y facilitar la vir- tud, reparte en los conventos de mujeres, para incitar a las religiosas a buscar marido, exhorta- ciones que proceden de una imaginación inmun- da". Todos somos Mntos, agrega (b). Sin em- barKo, puesto que se trata de ayunar y mortifi- carse, "este género de santidad, lo pueden prac- ticar los perros y los puercos casi todos los días". e Protesta su concienci~ después de ésto~ La fe- confianza tiene la misión de hacerle escapar, lo que no siempre es fácil. e Qué hacer, sin embar- go, en medio de las ansiedades demasiado gr~- ves, cuando el diablo viene a molestar al hom- bre atizando el fuego de la·conciencia~ "Busca inmediatamente la sociedad de sus semejantes, o pónte a beber, a jugar, dí chistes groseros, tra- ta de divertirte . .. Algunas veces es preciso... , (a) Welm, X P. II, 2176, u.u (Sermtn 1obre el matrl. •onlo, UU). (b) Welm, :XXXJJ, 91, 3 (1530) .

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