Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
TNf.b kt' FORMADORES 187 IX.-EJ legialador.-El pueblo quiere siem- pre el bien, pero no eiempre está suficientemen- te informado, a menudo se le engaña, "y sólo entonces parece querer lo que está mal". El Dios inmanente de la república ca un Dios niño, que pide ser ayudado, como el Dios pragmatista. El legislador ea el superhombre que guía la Voluntad general. Ni magistrado ( porque el magistrado ejecu· ta la ley ya hecha) ni soberano ( porque el sobe- rano, que lleva la ley, es d pueblo), e:!tá, para redactar y propone r la ley. fuera y por sobre to- do orden humano , en el puro azur . "El legisla- dor es bajo todo punt0 de vista un hombre ex· traordinario en el Estado. Si debe serlo por su genio, no lo e3 m e nos p o r su empleo; este em- pico, que const ituye lu república, no entra en i.u constitución; es una función particular y su- perior que no tiene nada de comt"m con el im· perio humnno" . Este mito de un dibujo admirable no está ext~nto de nocividad E:ic uchemos a Rousseau, y comprendamos que lo que él expone es una consecuencia perfectamente lógica de sus prin- cipios. y de la doctrina que niega al hombre eer un animal naturrJmente poHtico. " Aquél que se atreve a tratnr dt" ins tituir Ll n pueblo de~ sentir!le en es tado ele. crunbiar por decirlo así, la naturaleza humana, de transformar cada indivi - duo, que, po r sí mismo. e! un todo perfecto y ~olitnrio, part~ de un todo mnyor del cual ewtr
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