Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

182 JACQUlS MARITAI N trabajado: mito del panteísmo político, podría- mos decir. La Voluntad general ( que no hay que confun- dir con la 1uma de las voluntades individuales) ea la voluntad propia del Yo común engen- drado por el sacrificio, que cada uno ha hecho de 1í mi1mo y de todo, 1ua derecho, 1obre el altar de la ciudad. A decir verdad, se trata aquí de una especie de Dios inmanente misteriosamente evocado por la operación del pacto, y de loa decretoa del cual la mayoría de los sufragios no es sino un signo, signo sagrado cuya validez supone ciertas con- diciones; en particular enseña Rousseau, que ninguna sociedad parcial exi1te en el todo . Dios social inmanente, yo común que ea más yo que yo mismo, en quien yo me pierdo para encontrarme y a quien sirvo para ser libre, he aquí un curioso ejemplo de misticismo fraudu- lento. Notad como Juan Jacobo explica que el ciudadano sometido a una ley contra la cual ha votado perman~ libre, y no sigue obedecien- do sino a sí mismo : no vota, dice él, para dar su opinión, vota para obtener, por el cálculo de los votos, una maniteatación de la Voluntad gene- ral que cada uno quiere ante todo, puesto que gracias a ella es ciudadano libre . "Entonces, cuando una opinión contraria a la mía vence, esto no prueba otra cosa sino que me había equi- vocado y que lo que yo estimabil ser la voluntad

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