Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

18 JACQUES MARITAIN obras, lanzándote tal cual en la confianza en Cristo. No es sino un fariseo invertido, un es- crupuloso sin freno . El desgraciado cree no fiar ya en sí mismo y fiar sólo en Dios. Pero al rehusar admitir ~ue el hombre pueda participar real e interiormente en la justicia de Jesucristo y en su gracia -que, según él, nos es siempre exterior, que no puede producir en nosotros acto vital-, se encierra para siempre en au yo, se niega cualquier·otro punto de apoyo que no sea su yo, y erige como doctrina lo que es ante todo la catástrofe de su perfección personal, coloca el centro de su vida religiosa no en Dios, sino en el hombre. En el momento en que, después de las tempe!tades desencadenadas por el asunto de las Indulgen- cias, levanta en el mundo su yo contra el Papa y contra la Iglesia, en.él su vida interior ha ter- minado de invertirse . 5 .-La consecuencia es conocida, y era fa- tal . En medio de los sobresaltos y de las tem- pestades de una vida devorada por la _acción, que conoce ese éxito inaudito de resistir al po- der de la Iglesia y trastornar completamente la Alemania y la cristiandad, y que guarda con ca- to no sé qué nostal¡ia de una suerte mejor, Lu- tero ce<le a los poderes del instinto, sufre la ley d~ la carne, que sigue una progresión que es per- mitido comprobar en la serie de retratos suyos, de los cuales los últimos son de una bestialidad

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