Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

TRES REFORMADORES 17 a au teología todo lo c¡~e hay en la Alemania de su tiempo, de ambiciones, de sensualidades impacientes, de amargura desolada, mezclada a esperanzas de reformas elevadas y sinceras, pe• ro alimentadas por el humanismo y la erudición más que por la fe sobrenatural. Esta doctrina. se le ve muy bien, nació ante todo de su expe· riencia interior. Sin duda, hay que tener en cuen- ta la lectura mal comprendida de San Agustín, la influencia señalada por Grisar, del conflicto entre Agustinos conventuales y Agustinos ob- servantes, y sobre todo la acción de la corriente teológica llamada agustiniana. Pero todo esto es secundario. Para esta alma, ahora devastada, ea la fe la que salva sin las obras -y que no es ya la fe teologal, sino un impulso ·humano de confianza que remeda desesperadamente la vir- tud de la fe-, es la fe-confianza la que debe asegurar en adelante el estado de euforia espi- ritual que ya no se pide a los gustos sensibles de la gracia, sino que permanece siempre como el objetivo principal. Lo que la doctrina de Lutero expresa ante todo, son los estados interiores, las aventuras espirituales y la historia trágica de Lutero. Al renunciar a vencerse, pero no a ser santo, transforma su caso etf verdad teológica, su propio estado de hecho en ley universal. Al aspirar con esto a la seguridad moral y a la li- bertad de los hijos del reino se libera --cree libe- rarse- de todos sus tormentos ele conciencia desesperando de una vez por todas de todas las

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