Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
TRES REFORMADORES 167 Armonía, puea, en vez de una antinomía irreductible. El conflicto no se suprime (habría que suprimir al hombre) , el conflicto está domi- nado. Perfectamente, en derecho; más o menos, en hecho, según la condición que nos es propia. El sufrimiento queda, la contradicción desapa- rece. (Dónde se ve esto mejor que allí donde se realiza más puramente el acuerdo de lo so- cial y de lo espiritual. en el estado de vida espe- cialmente constituído por la conquista humana de la perfección~ En e! estado religioso los de- fectos mismos de la vida social concurren al bien del espíritu. ( Y cómo sucede esto? Por la vir- tud de la obediencia, y de un sacrificio ilimita- do. Faltas de gobierno en los superiores, medio- cridad en el medio, todo de lo que el hombre es capaz, y mediante lo cual un Carmelita calzado puede hacer sufrir a un descalzo, e estos acciden- ¡,reeloao, la aohrepaaan y atenten la neces idad de llheraree de ella. La vida solitaria. es en ellos Imperfecta y vlrtua 1, tlende11 a ella, tienen de ella un gueto anticipa.do, arrancan lo qu,: 11ueden a loa celos de la naturaleza, no es su clima propio. SOio el contemplativo, que, lleva una vlc!a eaenc la lment P »uperlor a la. razOn, puede llevar perfectamente la vida. sollt&- rla. ,no aln Interesarse en la ,•lc!a social 1· raciona l. s ino com -., ,. una co11dl<:ión prereque rlda a 11u contemplaclOn misma, o e1&l1ldaa por obll¡rac ioneo santa,. /ftt'a~dlca tlo r,· ,,up,,-a •u•d <1 11 . tia •<>Ntl"'f)latiu~I•).
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