Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

106 JACQUES MARITAIN hay, a menos que la gracia divina no venga a suplir, como en los bienaventurados Antonio y Benito, lo que, en los demb, se adquirió por el ejercicio". Así la soledad es la flor de la ciudad. Así la vida social sigue siendo la vida natural en el hombre, requerida por las más profundas exi- gencias de su especificidad; sus convenciones y sus miserias, las molestias y las disminuciones que ella trae a la vida intelectual, todo el "afán de chanza" que admiraba tanto a Pascal, siguen siendo deficiencias accidentales, que traducen solamente la debilidad radical de la naturaleza humana -el rescate, a veces terrible, que hay que pagar por un beneficio esencial-: la vida social es lo que conduce a la vida del espíritu; pero ella misma, y a causa de esta misma orde- nación, del mismo modo q~,e el movimiento de la razón es subordinado al acto simple de la contemplación, la vida social es subordinada a la vida solitaria, a la imperfecta soledad del in- telecto, a la soledad perfecta, por lo menos, in- terior, del santo (b). (b) l,a vida ds la ra•6" como tal, v1da ea~ltlcami,nte bumaria y postulante a lo sensible, eslge por el la Yl4a. ■octal; pero en la medid& en que la.e virtudes especulativa• hacen <1• la 11cllvlclall r nclon&l una partlclpaclOn lle la Yld& 1>11~Met1I• i1lt-elrctft•n n ~~vlrll11al. ~n -e1ta medida ella emerae .obrf la ,·Ida aodal. Por eao el fllOsofo y el artista que tlSMn una actL vldad 011enclalmente racional ( operativa en uno, te6rlca en el otro) ~• tf\n psoncl,,tment~ r omprometldo& en la vida 90Cla\, '!. •;11 ,-111 bNq; u . pr,1 lo uu<• hay eu ellos d• rné6 puro · y de mi,

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