Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
TR ES REFORMADORES premo que hay que alcanzar, la última perfec- ción, el último punto del crecimiento del a lma. Y para que el hombre lo logre, su movimiento debe realizarse en medio humano : é. cómo iría a lo sobrehulJl8no sin pasar por lo humano? " Hay que considerar que el estado de solitario es el de un ser que debe bastarse a sí mismo, dicho de otra manera, al cual nada le falta, lo que entra en la definición de lo perfecto : la so- ledad no conviene sino al contemplativo que ya ha llegado a la perfección, ya sea por la sola largueza divina, corno Juan Bautista, ya sea por el ejercicio de las vi rtudes. Y el hombre no podría ejercita r las v irtudes sin ser ayudado por la sociedad de sus seme jantes: en lo que se re- fiere a la inteligencia, para ser e nseñado ; en lo que se refiere al co_razón , para que las afeccio- nes perjudiciales sean reprimidas po r el ejemplo y la corrección de los d emás. De donde se des- prende que la vida socia l es necesaria al ejerci- cio de la perfección, y que la soledad conviene a las almas ya perfec ta s" (a). H e aquí por qué , en épocas muy a ntiguas, los pueblos corría n al desierto pa ra arrancar de a ll í a los e rmita ños y hacer de ellos sus obispos . . . En definitiva , con- cluye Santo T omás, "la vida de los solitarios, si se a s~me según el o rde n debido, es superior a la vida ~ocia} ; pero si se asume sin ejercicio pre- vio de esta vida, es de los más peligroso q ue , .,_ , Srrnt o 1'om.. . summ tevl . . 11-l l. 1811 . l .
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