Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

164 JACQUES MARITAIN tal a sus semejantes, y esto no es rnenos verda- dero en lo propio como en lo figurado" (a), dice. Por consiguiente, las inclinaciones esen- ciales de la naturaleza humana y, por lo tanto, las condiciones primordiales de la salud moral, exigen ese bienaventurado estado de soledad, que él imagina, proyectando sus propios fan- tasrilas, como la perpetua fuga, a través de los bosques, de animales soñadores y dotados de piedad, acoplándose al azar de los encuentros, luego emprendiendo de nuevo su vagabundeo inocente. Tal es, a sus ojos, la vida divina. As{ el deslizamiento es inmediato. El "supra hominem" entró inmediatamente en lo "bestial" no t1in perfumarlo de una efusión paradisíaca. El conflicto entre la vida social y la vida salvaje, y juntamente conflicto entre la vida social y la naturaleza humana. Al mismo tiempo ha llega- do a ser una oposición esencial, una antinomÍB bravía, absolutamente insoluble. Sin embargo, t que dice la sabiduría cristia- na? Sabe qué vide, según el intelecto, lleva a la soledad y que mientras más altam~nte esoi- ritua1 es, ·más separada es su soledad. Pero sa~ también que esta vida es una vida sobrehuma- na -bajo un cierto aspecto con respecto a las costumbres de la especulación racional, pura y simplemente re!lpecto a las costumbres de la contemplación en caridad-. Es el término su-

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