Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

TRES REFORMADORES 163 vajez de su naturaleza, "prop·ter an1m1 aaevi- tiam": y esto es de orden bestial. Ya sea que se adhiera totalmente a las cosas divinas; y esto e• de orden sobrehumano. El que no tiene co• municación con los demás -decía Aristóte- les-, es un animal o un dios" (a). ¡Correspon- dencia de los extremos! La bestia y el dios, el ser inquieto que no es sino un fragmento del mundo, y el perfecto que forma un universo para él solo, viven una vida análoga, mientras que el hombre está entre dos, individuo y per- sona a la vez. Paranoico y genial, poeta y de- mente, Rousseau lleva todo junto y enreda vo- luptuosamente la vida según la bestialidad y la vida según la inteligencia. Sujeción por taras físicas a la vida solitaria, la ineptitud por defi- ciencia mórbida al régimen social, la inadapta- ción que se rebela y que gime, expresan en él la inadaptación que domina, la del espíritu, "se- parado para mandar", como decía Anaxágoras a propósito del v ove;. Nos presenta en su mis- ma salvajez, en su anacoretismo de enfermo, una imagen lírica, tan brillante como pérfida, secretas postulaciones del espíritu en no$otros. 11 .-Pero no olvidemos al teórico. Hacien- do de RU mal personal la regla de la e:ipecie, con- siderará la vidn solitaria como la vid:-i "natural" del ser humano. "El aliento del hombre es mor-

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