Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

158 JACQUES MARITAIN orden infinitamente más duro--, la limitaci6n, la eujeci6n, el yugo, el sacrificio al bien de la especie o al bien común. En este orden se preci- 88 un verdugo. El orden de la caridad no lo destruye, lo confirma ; pero lo perfeccione, naturalmente, y sin ningún detrimento para la justicia, lo pe• netra de bondad. Todo ee transfigura entonces y se renueva, toda limitación se torna en pleni- tud, y todo sacrificio en amor; si el foco de la concupiscencia permanece allí, imponiendo siempre vigilancia, el hombre, sin embargo, no es destrozado; entregado al espíritu de Dioe, las grandes purificaciones y las grandes noches en que este espíritu hace entrar llevan una llama divina, y la fuerza liberadora del amor reden- tor, hasta en el "mundo subterráneo" del alma y sus limbos obscuros, hasta en el infierno in- terior, en que sólo, en ciertos momentos, los santos pudieron advertir el fondo . El hombre recibió la paz que supera todo sentimiento; pue- de esperar. Ay, el invitatorio cantado por Lutero había convidado a las boda s del Cordero a la criatura sin traje nupcial. En las vísperas cantadas \)Or Juan Jacobo, ella está ya en las tinieblas exte- riores, completamente desnuda y castañeteándo- le los dientes, perdida en la fruición de eí. 9.-Los antiguos admitían que algunos hombres están dotados de una facultad ele pro-

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