Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
150 JACQUl!S MARITAIN tranquilo en el fondo del abismo, pobre mortal infortunado, pero impasible como Dios mismo' ' . ¡Pobre Juan Jacobo, despegado de todo, en verdad, menos de su Individuo exorbitante I No podemos defendernos de una gran piedad para él, como para Nietzsche, _víctimas uno y otro, porque vivieron hasta el fin los principios de lo• cura que recibieron de su siglo (y que devolvie• ron a su siglo con usura) . Pero desconfiemos de esta compasión. Que no nos enmascare la mons• truosa aberración de ese "Yo de cualidad sórdi- da", "constituído en justo juez del universo", ni las catástrofes de que es responsable "esta sensibilidad indignada y quejosa, erigida a ma- nera de ley" y "IJamada como último recur- so" ( c) contra el orden del mundo. Cada uno de nosotros siente confusamente que todo el orden del mundo físico tiene menos valor que un espíritu, he aquí por qué el infortunado pue- de engañar. El corazón humano se abandona, cree oír la queja de un espíritu, que digo yo, no sé qué eco de la inenarrable queja que lanza en nosotros el Espíritu de santidad, y del cual gimen la s junturas de la creación. No oye sino un tumulto de carne y de sangre. ~a l, I, <» orige"e• rom6" 11co, ele lo m or<1I II d4t lo poUNoG n,. m6ntlca1, Jfme. Gu 11011 11 Fc,.eloft precureore• u BOMHGtl), -, r P<-n,iocer ~u lmportitnc ta de prime r orden. ( e ) Charl-e1 Ma urra1. R oman1 1, !•-n" '" r... -votoat6n. pretaalo h la edición d efin i t i va.
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