Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

TIU!.S lf~l'OltMADO!f~S Ante la, mali¡nas fiebres de la naturaleA1S, no hay ya fuerzas en él. "No soy , confosará tres año11 má, tard1t en Staupitz, sino un hombre m - jeto il dejarse arrastrar por la aociedad, la em• briaJt!eZ y los impulso, de la carne ... ". Y •n un Mrmón de Is rr!iama «poca, ,obre el estado det' matrimonio: "No ten¡o 01,1 mf lo que ea necesario para vivir en la continencia••. ~Acaao en el momento decisivo de eu crisis ca- y6 en al¡una erave falta exterior) No lo cree-- moa. Pero cay6 interiormente, deaeaperó de la gracia. Cuando un hombre empieza a conoc~r las hericlae y la miseria de los hijoa de Adán, b aerpiente le murmura al oído: "Acepta lo que erea, án¡el frttstrado, ~riatura abortada; tu ofi. cio e, hacer mal, p11esto que tu 11er miAmo ea malo". Tentación de espíritu, antes que cual- quiera otra. Lutero hace este acto de resigna- ción perveraa, renuncia a fuchar, declara que la lucha es imposible. Sumeri'ido por -tocias part~• en el pecado, o más b ien en lo que ·él cree tal, se deja llevar por la ola. Y llP-fll\ a e11ta cortclueión: la concupiscencia ea inve!;cib!e. '4,-l Historia clásica d-el mon_ie detpoite(do del poder de la iracia? El celo de lai, Eacrituras, la sed de la liberación mfotica no lo han abando• nado. En realidad está a punto de emanciparse, y entrar de lleno en la santidad. Es el momento en que Lutero, el r~formador, aparece, en que descubre el Evanielio, en que el Evangelio lo

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