Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
TRES REl'ORMADORl!S 14J ya no sufre la sujeción de lo real, libre au yo ficticio, su yo de bondad, el yo de au imagina- ci6n, de su sentimiento, el yo de su sueño artis- ta se despliega en una libre expansión: "Si mi marido no es un santo, t quién lo será)", excla- mará Teresa, después de su muerte ( c). Juan Ja- cobo entra de lleno en la santidad, en su santi- dad, en el momento en que se vuelve loco, en que entra ·al puerto de la Demencia. 1 Ah 1, es el santo del siglo; t no lo atestiguan todas la, peregrinaciones a su tumba) La misma reina hace esta peregrinación. Las almas sensibles vie- nen primero, luego los "buenos republicanoe", vendrán a su vez a la isla de los álamos de Er- menonville, a derramar lágrimas sobre la tumba del ..santo mártir", del "hombre de la n'}tura- leza y de la verdad", del "hombre que no cami- n6 sino por los senderos de la virtud", y a vene- rar sus reliquias, su tabaquera, sus zuecos, au gorro -"el gorro es el signo de la libertad' '. ex- clama Cherin en Montmorency, en 1791, mo1- trando a la multitud el gorro de Juan Jacobo, "y éste ha cubierto la cabeza del más iluetr.e de sus defensores" (a) . • En este enfermo de genio, en este vano sí• mulacro, el siglo XVIII posee su auténtico ejem- (e) J!lelato ct.l ar1uet10to 4t Parta. (a) Ka1■on, t. lit, PAi'. 19. Har Que lNr el relate •• la peresrtnaclOn qu. el a,bate Brlzard (Que colocaba a luaa Ja. cobo por ■obre BOcratea) biso a l'Jnnenonvllll en Julio cSe 1'11, • eoapdla ..a llarOn •• Cloota •• Tal •• Ora.ce (11 fllture
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