Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
14 JACQUES MARITAIN es tanto mb tenebrosa cuanto que el alma tie- ne una necesiclt.d mayor· de vaciarse de ar mis- ma. Martín Lutero ha perdido todo consuelo sensible, está sumido en un océano de ongua- tias, ve, con cea claridad implacable que Dios de. en semejantes casos, lll vanidad y la perver• sidad que habitan eu corazón ele hombre; todo el edificio de perfección que ha tratado de levan• tar con sua manos parece zozobrar o·obre él, pa- rece volverse contra él para acusarlo. Podría ser la noch~ purificadora, y es· tal vez el momento de elegir su destino paro la eternidad. e Qué ha- ce) cSe abandona él mismo? cSe entrega a Dios? e Dice a su corazón turbado la gran p~la- bra de San A1ustín: ns fu¡ere a Deo, fu¡e in Deu:-n? Se lan.:a y ce hunde en la acción. Se aturde en una labor insensata: Necesitaría casi dos secretarios, escribe en 1516 a Lmg, prior en Erfurt : durante todo el día paso escribiendo cartas. . . Soy predicador del convento y en el refectorio; todo los días me llarr.an de In parroquia para predicar; soy re- gente de estudios, vicario del distrito y por lo tanto once veces prior (b); soy cuestor de los pescndos en Leitzkau; mandatario en T orgau en el proceso para la ialesia parroquial de Herz· her¡; soy lector de San Pablo, reúno notas so- bre el Salterio. Rarn vez me queda tiempo para recitar mis horas y decir misa."
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=