Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
TRES REFORMADORES J3(J al contrario, de un completo abandono al auto- matismo de las imágenes, de una trizadura psi• col6gica definitiva. Entonces esta vida que él ha renunciado a modelar por el difícil esfuerzo de la voluntad moral, es esta vida misma la que Juan Jacobo dejará ahora a disposición de su sueño, como un espectáculo, siguiendo la pen- diente de la mayor facilidad· interior, y las incli - naciones de· la voluntad de artista. Por toques espaciados en un principio, luego, al final, de una manera sistemática y continua, hace de su ser mismo un en~'.:lño, una simulación de per- fección, una representación de santidad. "La na- turaleza no hizo sino un buen artesano, sensi- ble, es verdad, hasta el arrebato", dice de sí mis- mo (a); entendamos que las dominantes men• tales del arte, invadiendo, por medio del delirio, el campo entero del espíritu, terminarán por to- mar en él el lugar de todo desarrollo humano. Considerarlo' en el momento en que después de su primer Discurso se estableció como inso· ciable copista de música a diez centavos la pá· gina: al hacer de su timidez y del fondo inso- ciable de su naturaleza el medio mismo de esa irradiación entre los hombres que hasta enton- ces ambicion6 en vano, encontró una especie de equilibrio interior; se reforma, es decir, em- pieza a soñar no solamente en imaginación, (al iCUn4o Dt•loiro.
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