Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

188 JACQUES MARITAIN den racional sin el cual no hay virtud moral, este perfecto romántico se detiene y permanece en el plano del arte, de la virtud de ~rte, que es completa desde el momento que ella "juzga bien" de lo que es preciso hacer. Juzga, pues -y juzga bien, cuando no se trata de determi- narse a sí mismo "hic et nunc"-, juzga, pues, y no ejecuta. Y allí, liberado del cuidado de la ejecución, se contenta con soñar su vida, con construirla en el mundo de las imágenes y de los juicios artísticos; y como es un artista vo- luptuosamente sublime, y como tiene el amor por la virtud, y como se complace en la imagen del bien, construye una vida admirable de dul- zura y de bondad, de candor, de sencillez, de fa- cilidad, de santidad sin clavos ni cruz. ( Cómo admirarnos entonces de que se· enternezca eter- namente de sí mismo, y que Saint-Preux y ju- lie, es decir siempre Juan Jacobo, derramen 90• bre la virtud las lágrimas de un piadoso y sin- cero entusiasmo, en el instante en que se aban- donan a las inclinaciones menos virtuosas~ Des- doblamiento más bien que hipocresía, mucho más pernicioso, por lo demás, y más mórbido. 5.-Pero va a bastar ahora una ocasión fa- vorable, o un progreso de la neurosis, para que este mundo imaginario en que Rousseau pasa lo mejor de su vidél, se deslice a su vez en la existencia, pero gracias a un engaño, si puedo decirlo, por la vía, no de la voluntad moral, aino,

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