Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau
138 /ACQUE.S MARITAIN para impotente, asiste a las embriague.ces del mal deseo, descubre en él con perspicacia la ma• licia ; pero, como se guarda de intervenir, per- maneciendo espectadora, no hace, en realidad, sino aumentar el atractivo, dándole no aé qué aabor de perversidad inteligente y "artística", puesto que pertenece al artista, según la palabra de Aristóteles, permanecer artista cuando "pe-- ca queriéndolo". Es el Juan J acobo de " alma débil", el "indolente" Juan Jacobo, el verdade- ro Juan Jacobo, que no resiste a ningún alicien- te, que declina y se pliega, que se abandona a l placer, y que ve qu:e hace mal, y que mantiene loa ojos levantados hacia la imagen del bien, y que toma a la vez sus delicias en el bien. que ama sin hacerlo y en el ma l que hace sin odiar· lo. Es el Juan Jacobo que, protegido por su bu~ na "mamá" de las Charmettes, contra los peli- ~os de su edad, y dejando a esta amable maes- tra hacer la educación de Bu pureza, esparce ante Dios, mientras recibe las lecciones de la ¡e- nerosa dama, BUS efusiones religiosas y su amor por la virtud; atacado por las deformaciones morales narradas en las "Confesiones", esposo de Tc resa ante la naturaleza, confidente ardien- te de Mme. d'Houdetot y de sus amores con Saint-Lambert, se establece de buena fe profe- sor de mora l, venga a la fami lia y al hogar, combnte elocuentemente el adulterio y los vi- cios del s iglo; incitador de los más violentos mitos revolucionarios, denuncia con horror loa
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