La realidad médico-social chilena

-28- guro Obrero) y más aún con los de los familiares, que no tienen nin- guna entrada , (10% según otras encuestas dirigidas por Sayé), indican claramente que nos encontramos aquí frente a una tuberculosis adi- ciona:! muy alta." · 1 Los Drs, A. de Paula y E. de Benedetti en su trabajo "Los Dispen- sarios de tuberculosis y su orientación actual" llegan a iguales conclu- siones sobre la diferencia de índice que existe entre la mortalidad por tuberculosis entre las clases acomodadas y las clases proletarias, seña- lando que las medidas generales de mejoramiento social acarrean auto- máticamente la disminución de la mortalidad por tuberculosis. El Dr. Manuel De Viado señala las cifras de mortalidad por tuber~ culosis entre los imponentes en la Caja de Seguro Obrero, los Empleados Particulares y los de la Caja de Empleados Públicos y Periodistas. En ellos se observa que es mucho mayor el porcentaje de tuberculosos en los trabajadores que en los empleados. La razón de esta diferencia hay que encontrarla en la mejor situación económica de estos últimos. El Dr. José Vizcarra, en una encuesta para investigar los salarios percibidos por cien hombres tuberculosos, tomados al azar y 50 mujeres también tuberculosas, señala las siguientes cifras que corresponden a las cantidades de que dispusieron, diariamente, en los cinco años anteriores al estudio en cuestión: 1930 Hombres . . . $ 6 .64 Mujeres. . . . 2. 94 1931 5.56 2.59 1932 5.18 2.30 1933 5.21 3.01 1934 5 .35 2.62 Este cuadro demuestra que con tan ínfimos salarios el standard de vida de este grupo social tenía que ser bajísimo y sus defensas caai nulas. SITUACION ACTUAL DEL ASALARIADO De acuerdo con los datos .suministrados por la Dirección de Esta- dística, que toma como base de cálculo la cuota patronal ingresada en el Seguro Obrero, el promedio por día hábil de jornal pagado, ha aumentado de$ 2.155 .559, en 1927, a$ 5. 720 .148 en 1938. Sin embar- go, ello no constituye una prueba del mejoramiento de nuestras clases trabajadoras porque, paralelamente, el índice del costo de la vida ha cre- cido de 75,8 a 200,5, durante el mismo periodo. Tomando en cuenta el monto de los jornales y el costo de la vida, constatamos, que el podetf adquisitivo de nuestro asalariado, fué de 97 en 1928.' :Esta misma cifra se reproduce en 1938, y eso significa en el mejor de los casos, que la 1 11 -

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