La realidad médico-social chilena
- 170 - porque a su conjunto, se les puede aplicar los principios y deducciones de\ cálculo de probabilidades y de la estadística matemática. Son beneficios individualmente inciertos, pero colectivamente ence- rrados entre límites de valor, cuya determinación corresponde a dicho cálculo y que deben ser tales que su divergencia o desvío no sea dema- 1:,iado grande, sin lo cual, o bien los fenómenos no están sometidos al azar, condición indispensable de toda estimación de seguros ya sean pri- vados o sociales, o bien dichos cálculos no representan en absoluto la rea- lidad . El segundo grupo de las instituciones mencionadas otorgan indivi- dual y determinadamente a las personas, los beneficios que contemplan en sus leyes. Cada uno obtiene a lgo -previsible de antemano en todos los casos , existiendo para este sistema el absurdo de que el que "menos" necesita porque tiene una capacidad de trabajo. mayor, debido a su lon- gevidad y buena salud, es el que obtiene más, porque es el que goza más largo tiempo de los beneficios de la acumulación individual, produciéndo- se a la inversa, que el individuo que posee menos capacidad de trabajo, por enfermedades y por ende, expuesto al fallecimiento prematuro, es el que acumula menos en beneficio de sí mismo o de su propia familia. Podría pues, este último, llamarse el sistema de la contra-previsión, ab- solutamente inadmisible, tanto económica como socialmente . En este segundo grupo de instituciones no hay, por lo general, un problema financiero por resolver, ya que se acumula solamente lo que el tiempo y el número de imponentes permite ; no hay, en consecuencia, un problema social por abordar, o sea, transformar ese sistema absurdo en un sistema compatible con la exigencia cada vez más amplia e intensa de la solidaridad. Cabe, sí, mencionar que a su aspecto negativo en cuanto a previsión, viene a agregarse en ellas el grave problema de la desvalori- zación de las imposiciones acumuladas por individuos que depositan en una cierta moneda, o sea, la unidad monetaria, y retiran posteriormente, muchos años después, sus haberes "nominales" acumulados, que aprecia- dos con ese índice, única medida real de valor, resultan inmensa e injus- tamente inferiores al sacrificio personal que constantemente se hizo a lo largo de la vida; y especialmente injusto, porque en nada participa para agravar este mal el propio imponente afectado, ya que permanece incapa- citado por la ley para impedirlo. Toda la política de inversiones está en manos del Consejo de ese Instituto de Imprevisión. Muy diferente es el caso de las instituciones de previsión. Comple- tas o incompletas, tienen compromisos determinados legalmente con una población de asegurados. Allí existe siempre un compromiso de la insti- tución que se estima por su valor probable y que es aferente a la totali- dad de los asegurados, valor que, como se ha dicho, no puede admitir va- riaciones mayores que un reducido porcentaje de él. E igualmente tam- bién deoe existir un valor probable de todos los aportes que el Estadr ,. los patrones a los propios imponentes harán en el futuro, para subvenir 1 11 -
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