Teresita dedos verdes

Y, sin duda, el establo era uno de los lugares más encantadores y misteriosos de San Bernardo. Las niñas se olvidaban del tiempo de tanto jugar con las vacas, los patos y los tractores de este exquisito campo. El juego terminaba cuando el papá llegaba a buscarlas con un bigote serio y un rostro silencioso.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=