Teresita dedos verdes
La nueva casa tenía un gran patio corredor con dos puertas por donde escaparse, una en cada extremo. Definitivamente era una casa rara: tenía un gran árbol justo en medio de ella y todos los niños de la familia podían jugar a las escondidas de lo mejor porque los recovecos de este lugar eran infinitos. Además, por afuera de la casa corrían unos hilitos de agua llamados acequias, que le permitían a Teresita y Sarita poner sus pies a remojar todas las tardes.
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