Table of Contents Table of Contents
Previous Page  19 / 54 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 19 / 54 Next Page
Page Background

19

5.- La Isla Silvo-Agropecuaria

La explotación de la leña y de la madera como único combustible histórico, junto con el

aumento de población de los siglos XVI,  XVII y XVIII y la decadencia cultural del siglo XIX,

que se completa con  la explotación de la oveja y del caballo en lo que va del presente siglo

[s. XX], han destruido, por erosión del agua y del viento, el 90% de los suelos de la isla.

La Isla Silvo-Agropecuaria está ahora desnuda de árboles, arbustos y grandes yerbas. Las

torrenciales lluvias lavan y relavan la cubierta del suelo, el agua no se retiene, la evaporación

transforma rápidamente la tierra en polvo y los fuertes vientos la esparcen por el aire y por

el mar.

Seguramente la humedad ha disminuido a nivel del suelo, no se forman reparos climáticos

por la vegetación que ya no existe, y han desaparecido los pocos cursos de agua que

originalmente parecen haber existido en algunos sectores de la isla.

Reestructurar la flora es un desafío.

Algo se ha hecho en los últimos treinta años [1952-1982], pero parece posible hacer mucho

más. Investigar sobre las especies más convenientes, seleccionar la variedad que se adapta

mejor al  clima, buscar los mejores usos de la madera, de las flores, de las hojas, de los

frutos, de las esencias, de las savias, etc., en relación a las características micro-climáticas,

la exposición al viento y la altura.

La parcelación en unidades agrícolas autosuficientes parece ser recomendable en la

reconquista de una actividad económica agraria. El uso intensivo de los suelos parece ser

el camino hacia la recuperación de una flora de mayor densidad, altura y variedad con

rendimientos económicos aceptables y adecuada comercialización. Un uso intensivo del

suelo que contemple un gran cuidado humano de cada especie, con control de pestes y

abundancia de abonos. Se trataría de transformar la isla en múltiples viveros íntimamente

ligados a una población cuidadosa y responsable que, con cariño, iría reconstruyendo los

suelos y las especies vegetales, todo ello ligado a mini-sistemas de recolección de agua para

el regadío y el aprovechamiento de los desechos vegetales y animales.

Algo de esto se aprecia en algunos jardines de las casas de Hanga-Roa y en la colonia de los

leprosos.

Un gran fundo, como el que actualmente existe (Vaitea), sólo permite cultivos y crianzas

extensivos que no parecen aportar mucho a la reconstitución del paisaje forestal y botánico

de la isla.

La colonización de parcelas es fundamental para el éxito de esta empresa. Los habitantes

que en ellas se instalen no pueden ser sólo espectadores en espera de la generosidad del

Estado. Es fundamental buscar hombres amantes de la tierra, cultivadores por tradición,

con gran iniciativa y con conocimientos de su trabajo. Hombres fuertes, activos y pujantes

que quieran ver su tierra rica y productiva.

La Isla Silvo-Agropecuaria debe encontrar un especial entendimiento con la Isla Pesquera

para obtener alimentos para sus animales y aves y abonar sus tierras.

El clima de la isla permite investigar numerosos rubros agrícolas tropicales que no existen

prácticamente en Chile, proveyendo parte importante del consumo nacional, siempre que