Bicentenario de Hispanoamérica: Miranda escritor

74 El 29 de mayo, el generalísimo se dirige a los habitantes de Caracas, acaso la principal de las ―provincias‖ federadas: ―A los habitantes de la Provincia de Caracas: «Es llegado el caso de ofrecer a la Patria el sacrificio de vuestro reposo y de cumplir con el voto sagrado que tantas veces le habéis hecho. El enemigo se ha internado hasta el corazón de la Provincia; ha saqueado los pueblos, devastado los campos y cometido horribles excesos. La seducción, el fanatismo y la imbecilidad de algunos de vuestros compatriotas le han procurado puestos ventajosos, y muchos descansan tranquilos en el borde del precipicio. Pero otros se baten gloriosamente en este campo del honor, que es el teatro actual de la guerra: levantan a la Patria en sus brazos y la muestran a sus enemigos majestuosa y terrible. ―Ciudadanos: se os aguarda con ansia para que partáis con nosotros unos mismos laureles, o para que vivamos en la memoria de los hombres exhalando juntos el último suspiro. No hay que ocultaros que la Patria se halla en peligro, y que éste crece cada día si no combinamos nuestros esfuerzos. Ya se ha publicado la ley marcial que ordenaban imperiosamente las circunstancias. ―Que no haya un hombre en estado de llevar armas que no venga al campo de la gloria con las que pueda procurarse: que empuñe al menos una espada, una lanza, un cuchillo, o que venga armado de su furor. En él arden los corazones de los buenos republicanos, y el fuego del honor ofendido los penetra y abraza. Ciudadanos: ¡qué injurias tenemos que vengar!, ¡qué asesinos que destruir!, ¡cuántos caros objetos que defender!, ¡qué triunfo que lograr!. El tiempo de la venganza es venido: tiemblen los esclavos que vienen a atacar a hombres libres. ―Ciudadanos: Dejad vuestros hogares si queréis conservarlos para vuestros hijos. Venid a triunfar o a disputaros el honor de morir. Vale más esto que caer en manos de asesinos. Vuestro generalísimo os imita y os muestra el camino de Valencia que otra vez pasasteis con gloria. ―Ciudadanos: Los muertos os llaman de la tumba para que venguéis su sangre derramada; los enfermos, para señalaros las heridas que han sacado de acciones gloriosas; los viejos, las mujeres y los niños, para

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