Bicentenario de Hispanoamérica: Miranda escritor

65 piensa. Sigamos las huellas de nuestros hermanos americanos del norte. Estableciendo como ellos un gobierno libre y juicioso, obtendremos los mismos bienes que ellos obtienen y gozan al presente. No ha más que 25 años que son libres. Sin embargo, ¡qué ciudades no han edificado después de esta época; qué comercio no han establecido; qué prosperidad y contento no se ve entre ellos! Y nosotros, más numerosos, habitando un suelo más rico, sufriendo lo que ellos nunca sufrieron, ¿quedaremos siempre en la miseria, en la ignorancia y en la esclavitud? Los Apalaches verán sus faldas cultivadas por manos libres, ¿y los Andes, que dominan al mundo, serán desiertos o habitados por esclavos infelices. El Delaware y Potomac serán abiertos a todos los pueblos del mundo, ¿mientras que el Amazonas, el Orinoco y tantos otros ríos majestuosos que bañan nuestro país, quedan olvidados de los hombres? Las artes y las ciencias ¿serán extranjeras en la América Meridional? ―No, compaisanos, seremos libres, seremos hombres, seremos nación. Entre esto y la esclavitud no hay medio; el deliberar sería una infamia. El único enemigo que se puede oponer a nuestra emancipación está encadenado en su península, de donde no puede salir, ni evitar por largo tiempo el castigo que le prepara una nación insultada y oprimida. Los buenos españoles, que gimen sobre el estado de mi patria, ven con gusto nuestra libertad. Tenemos amigos que nos protegen poderosamente y que impedirán que el tirano haga el menor esfuerzo contra nosotros. Tenemos armas y generales de nuestro propio país, acostumbrados a pelear por la libertad. Tenemos sobre todo razón y justicia y esto nos dará todo el vigor necesario. ―Así, compatriotas, todo depende de nosotros mismos. Unámonos por nuestra libertad, por nuestra independencia. Que desaparezcan de entre nosotros las odiosas distinciones de chaperones, criollos, mulatos, etc. Éstas sólo pueden servir a la tiranía, cuyo objeto es vivir los intereses de los esclavos para dominarlos unos por otros. Un gobierno libre mira a todos los hombres con igualdad. Cuando las leyes gobiernan, las solas distinciones son el mérito y la virtud. Pues que todos somos hijos de un mismo padre; pues que todos tenemos la misma lengua, las mismas costumbres y sobre todo la misma religión; pues que todos estamos injuriados del mismo modo, unámonos todos en la grande obra de nuestra libertad. Establezcamos sobre las ruinas de un gobierno injusto y

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