Bicentenario de Hispanoamérica: Miranda escritor

60 ―[...] Mas, al levantar sobre las ruinas de un régimen opresor la independencia de vuestra patria, acordaos, ciudadanos, de que vais a llenar con la fama de vuestros hechos las regiones más remotas, a grabar vuestros nombres en el templo de la memoria. Y tanto cuanto la empresa es grande y gloriosa, tanto más debéis temer el mancharla con procedimientos irregulares. Detestando los crímenes de toda especie, evitad con sumo cuidado los movimientos de la anarquía. Acordaos que la venganza de los delitos no pertenece sino a los tribunales de justicia; que un homicidio siempre es un homicidio, cualquiera que sea su origen. Al momento de confundir a vuestros opresores, no imitéis su tiranía. No es vuestra idea la de reemplazar un gobierno irregular por otro semejante; de sustituir a un régimen opresor; de destruir una tiranía antigua por otra tiranía nueva; en una palabra, de establecer sobre la ruina de un despotismo extranjero el reino de otro despotismo no menos odioso, el de la licencia y la anarquía...‖ 82 . A finales de abril y los meses de mayo y junio de 1812, en medio de las dificilísimas circunstancias en la que miopía de unos, la pequeñez política de otros, las divisiones y la desorganización, los errores del Gobierno y hechos como el terremoto de marzo, habían colocado a la Primera República de Venezuela, las proclamas de Miranda tienen un tono dramático. Se ha visto puesto al frente de la defensa de Venezuela, cuando se estaba a las puertas del desastre final. Intenta hacer un último esfuerzo y trata de organizar las escuálidas fuerzas de los patriotas, minadas por las deserciones y las rencillas. Su lenguaje adquiere acentos patéticos en sus exhortaciones a los ciudadanos a dar aún la batalla. Los invita a marchar a Coro y Maracaibo, bases de los realistas, a las que propuso atacar en 1811, luego de dar a la causa patriota su primera victoria en Valencia, propuesta que en fatal decisión rechazó el Congreso. En la proclama del 29 de mayo, es notable la imagen de la Patria, cuya figura majestuosa y terrible levantan en sus brazos y la muestran al enemigo aquellos que en esas duras circunstancias se baten gloriosamente. 82 Ibídem, p. 263 y 270.

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