Bicentenario de Hispanoamérica: Miranda escritor
54 los campesinos y comentándolos; elogiando o criticando las costumbres de la gente; visitando en pueblos más grandes monasterios donde puede haber una biblioteca para buscar en ella clásicos griegos y latinos; conversando con quienes puedan informarlo acerca de los lugares que atraviesa, de su naturaleza y de su historia; examinando cualquier monumento o vestigio del pasado; y siempre leyendo... En este trayecto, leyendo especialmente a Virgilio. El espectáculo del campo y de su cultivo, que tanto lo atrae, y la relectura del clásico poeta latino de la tierra, comienzan aquí a formar un paralelo. El viajero goza al mismo tiempo con la visión de la naturaleza y del trabajo del campesino, y con la visión de la campiña pintada por el vate de Mantua. El 3 de agosto, en Rheinfelden, anota: ―En casa del maestro de postas encontré un buen cuarto; me dio bien de comer, y yo me deleité con la rural idea de coger las ciruelas del árbol que daba sobre las ventanas y comérmelas leyendo las Geórgicas de Virgilio, ínterin se aprontaba la comida‖ 70 . Los campesinos que trabajan en la cosecha son el paralelo moderno de los labradores latinos, cuyas labores describió la inspiración virgiliana con benigno amor. El 4 de agosto, en Dogeren, primero, y luego en Lauchingen, Miranda incorpora a los campesinos a sus anotaciones: ―Después de haber estado allí hasta las nueve y leído un poco a Virgilio, seguí mi marcha por un país semejante, bastante bien cultivado, y con todas las gentes en el campo, que justamente recogen la cosecha‖ 71 . ―Al mediodía llegué al village de Lauchingen – tres leguas adelante – y pasamos aquí, en un puente de madera cubierto, un riachuelo. Me dieron un cuarto en una mala posada que allí hay [...]. En el ínterin, Virgilio al son de los bastones con que los labradores baten el trigo, etc., que es un gusto‖ 72 . El mismo día, más tarde, al viajero llega a la ―pequeña ciudad de Neuenkirch‖, donde describe con algún detalle los diversos trabajos que en ese lugar puede observar, ―gozando todo‖ con Virgilio en la mano. Esas líneas, en su sencillez y sinceridad, no dejan de conmover. Ese hijo 70 Colombeia VII, p. 388. 71 Ibídem, p. 389. 72 Ibídem, loc. cit.
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