Bicentenario de Hispanoamérica: Miranda escritor

52 retirada bajo su dirección. Y aunque bien fatigados, nos deteníamos aún a considerar aquellas cosas: el Paraíso, el Infierno, la numerosísima serie de chorros de agua que en diversísimas formas y tamaños se descuelgan de aquellas rocas para reunirse en el fondo, y sobre todo el magnífico y soberbio efecto de los topes de aquellos blanquísimos montes en el purísimo azur del cielo, que es cosa prodigiosa, a la verdad‖ 66 . Las muestras de la sensibilidad de Miranda ante las bellezas naturaleza que encontramos en sus diarios, van muchas veces a parejas con los testimonios de su interés por los trabajos del campo, en los que halla también belleza. En su travesía por tierras de Alemania, Suiza e Italia del norte, en el año 1788, la contemplación de la belleza de la campiña y de las montañas muchas veces está unida a la impresión que le producen los trabajos agrícolas. El 15 de julio, en el trayecto de Remagen a Andermach, en campos alemanes, Miranda hace esta anotación: ―Todos los bordes del Rin están cubiertos de villages por una parte y otra; los montes, de viñas; el camino, de perales y manzanos; los campos, de trigo y labradores que con alegría recogen sus mieses, de modo que en esta época es una de las rutas más deliciosas que quieran imaginarse‖ 67 . Y nosotros podríamos decir quizás algo parecido de esta ruta de su viaje, dentro de su Diario. Esta sección de sus notas personales de viajero es, en verdad, una de las más hermosas; especialmente la parte en que describe la travesía desde Italia del norte a Zurich. Con verdadero placer estético y humano, vamos siguiendo a ese venezolano singular que hace más de dos siglos, 221 años, hacía aquel camino, a pie, a caballo, observándolo todo, anotándolo todo; gozando de la majestuosa belleza de las montañas nevadas de los Alpes y del encanto de sus valles, con sus huertos, jardines, extensa sementeras; escalando glaciares; llegando al pie de impresionantes cascadas; transitando caminos imposibles; subiendo a las torres de las iglesias para poder contemplar panoramas lo más amplios 66 Ibídem, pp. 414-415-416. 67 Colombeia , VII, p. 328.

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