Bicentenario de Hispanoamérica: Miranda escritor

51 adelante encontramos una cabaña de pastores que hablaban muy bien el italiano. ―Hicimos aquí una pausa y nos calentamos un poquillo, pues realmente hacía frío, dejando aquí nuestro matalotaje para la vuelta. ¡Vágate Dios, cuantiosísimos ramos de agua se desgajan de una parte a otra de ambas montañas - particularmente de la del ―Oiseau‖, que es la más elevada - y caen sobre el Rin, que corre en el fondo de este inmenso barranco, por decirlo así! Seguimos trepando precipicios por peñascos y pastos hermosos, todo mezclado, y entre ellos muchísimas plantas y flores aromáticas, que es un gusto y contraste no poco singular. Media legua más adelante está el paraje que llaman el Infierno, y es una altísima cascada que forma el río cayendo en un agujero formado por un cuerpo grueso de nieve acumulado abajo y que forma puente al mismo tiempo, pues el río sigue su curso y aparece luego más abajo. Encima de esta cascada, sobre la izquierda, sigue luego como un pequeño prado, que está verde, hasta tocar al gran glaciar, que se extiende por toda la altura y que llaman el Paraíso, de las gamuzas, supongo. ―Seguimos en fin por un diantre de precipicio, y poco más adelante encontramos un pastor, que al principio nos dio nuestros recelos viéndolo hablar con nuestro guía, mas nos sirvió realmente, viniéndonos a enseñar mejores senderos, en los que sin embargo por poco nos desriscamos. Las cascadas de agua se desgajan por todas partes, y habiendo marchado una legua más adelante, encontramos el gran glaciar. Y al pie justamente, en la confluencia de las dos montañas, sale un arroyo de agua que, en mi opinión, y según pude examinar, se forma aún de fuentes que se desgajan de una parte y otra, reuniéndose en el medio... y aquí están cubiertos por la nieve. Y como la atmósfera aclaró justamente en este instante, podíamos descubrir un grandísimo espacio del tope de esta montaña, todo cubierto de blanquísima nieve y formando con el purísimo azul del éter el contraste más bello y magnífico que ningún objeto de la naturaleza puede presentar‖ ―En fin, después de haber estado considerando bien aquel original y esplendidísimo cuadro por largo rato, el rebaño de hermosísimas ovejas que pastaban en el mejor prado, justamente al borde de la nieve, etc., y tomando noticias de un buen pastor que hablaba italiano, acerca de las gamuzas y marmotas, habitantes de estos parajes, emprendimos nuestra

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