Bicentenario de Hispanoamérica: Miranda escritor

48 retiraba, aquellas mujeres y niños me venían a ofrecer flores, claveles y hierbas aromáticas de Italia, que realmente me parecía una ilusión‖ 62 . Siempre en Suiza, el 19 de agosto de 1788, Miranda llega al ―village‖ de Rongellen, camino desde el cual puede gozarse de una grandiosa vista del Rin, en el fondo del valle: ―A las cinco en punto [de la mañana] marché con mi guía, pues el país es sumamente escabroso y montuosísimo, y a una cosa de una legua se encuentra el village de Rongellen, y se entra de contado en la Vía Mala, que llaman, y no es otra cosa que un camino angosto, tallado mucha parte en la roca de dos montañas que casi se juntan allá. En el fondo corre el Rin con sumo estrépito entre las peñas, ya formando cascadas, ya escapándose con infinita velocidad por un angosto canal, ya colándose todo por la raja angosta de un grandísimo peñasco que, plantado en el medio de las dos montañas, le dice: ‗por aquí sin más remedio haz de pasar, etc‘; con mil otros románticos caprichos de esta especie, que realmente hacen la escena varia e interesante por más de una legua de camino, a que se añade la audacia de los tres puentes de piedra bruta por donde se pasa y repasa de una a otra montaña, conforme guía el camino, que también perfora rocas enteras para dar paso cómodo al tránsito y al conjunto de aquel grandiosísimo barranco, tan revestido de feraz vegetación, que son los mayores pinos que he visto en mi vida‖ 63 . Como podremos ver en otra sección de este ensayo, la sensibilidad de Miranda ante la naturaleza se expresa muchas veces, relacionando su visión de un lugar con el relato y hasta con la vida de un escritor admirado, que escribió sobre él o vivió en sus inmediaciones, o con una obra querida, a veces como confirmando personalmente los sentimientos que algunos parajes o ciertos paisajes debieron despertar en un poeta. Aquí sólo traigamos su recorrido por uno de los lugares unidos al nombre de Rousseau. En el itinerario suizo del peregrino no podía faltar Vevey. Allí debe adquirir La nueva Eloísa , que acaso había perdido en sus viajes, pues sabemos que seis años antes había comprado la obra completa del 62 Colombeia , vol. VII, p. 487. 63 Ibídem, p. 412.

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