Bicentenario de Hispanoamérica: Miranda escritor

28 un sentimiento de la dignidad humana. Su actitud ante los hombres y las cosas no es la de un desapasionado observador; por el contrario, Miranda vive íntegramente la situación en que se encuentra, y la vive desde dentro, sintiéndose en todo momento identificado con los problemas de la gente que lo rodea, se halle donde se halle‖ 36 . Pensamos que el estudioso, además de señalar la clara actitud racionalista de Miranda, destaca dos aspectos fundamentales de su personalidad que se reflejan en su diario: su sentido de la dignidad humana y la forma de enfrentar las realidades que va conociendo en sus viajes, no como simple observador, acaso admirado de lo que ve, sino como un hombre que vive las situaciones humanas que le toca conocer; y siente intensamente las crueldades, las injusticias, los abusos; y las condena y compadece a quienes las sufren; y se conmueve ante las obras de generosidad y de solidaridad, ante las luchas y las protestas contra las injusticias. Vive las situaciones que ve ante él y también revive las que antes se vivieron por otras generaciones, por otros hombres, al recorrer lugares cargados de historia, al visitar monumentos a hombres ilustres; al pisar lugares donde fueron martirizados seres humanos que, con dignidad y valor, enfrentaron la intolerancia y el despotismo. En Colombeia podemos ver – a veces con dimensiones de sobrecogedora grandeza – una ―página del gran libro del universo‖ - para usar una expresión de Miranda que figuraba antes en uno de los primeros documentos que recogió en Caracas para su Archivo ; del libro del mundo de los hombres y sus obras; el libro de la ventura y desventura humana; de la naturaleza y sus bellezas; el libro de una odisea casi inverosímil, de una peregrinación a la que ninguna peripecia desvió del camino hacia una Itaca, que era la libertad de su patria americana. Es verdad que los Diarios están formados por anotaciones rápidas durante un viaje de una década, en que el peregrino debió enfrentar variadas dificultades, problemas, peligros, contratiempos; alojar en los lugares más variados y precarios, sin dejar nunca de leer y de escribir. El conjunto colosal de esas anotaciones constituye, sin duda, un monumento humano y literario de gran valor, sin que debamos dejar de lado el valor testimonial y documental de esos escritos y de los documentos que 36 F. Belda: La lengua de Francisco de Miranda en su Diario , p. 11.

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